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La naturaleza como límite: acerca de La Bahía, de Cyan Jones

La naturaleza como límite: acerca de La Bahía, de Cyan Jones

Por Brian Majlin (@bmajlin)

Quiero hablar de las epifanías, de los momentos en los que aparece la chispa donde todo se quieta, aun en medio de la turbulencia, y entre los retazos o pedazos rotos, encontramos un camino de salida. ¿Tuviste alguna vez una epifanía? Yo tuve, pero yo no importo. Hablemos de La Bahía, el último libro que la editorial Chai publicó del autor galés Cynan Jones. Antes estuvieron La Tejonera y Tiempo sin lluvia, en los que el autor ya había mostrado su capacidad de enfrentar al ser humano con la naturaleza y, a fuerza de una prosa contundente, imágenes precisas y puro ritmo, te metía en el universo rural para que pareciera el patio de tu casa. Con esto quiero decir algo que él respondió en una entrevista: podés escribir sobre cualquier cosa y que igual sea universal.

Entonces Jones escribe en La Bahía, esta novela breve que publicó en 2016 y que fue traducida al español por primera vez a fines de 2022 por intermedio de Mathias Battiston, una novela que nos cuenta una historia más que sencilla: un hombre de mediana edad, del que no sabemos nombre ni coordenadas, sale una mañana a pescar en su kayak. Deja una nota a su esposa para que compre ensalada, pero no le dice a dónde irá, entra al mar, lo alcanza un rayo y queda a la deriva. Como en Relato de un Náufrago, ese mítico folletín por entregas que luego Gabriel García Márquez reuniría en un libro, ahora estamos en altamar: en el terreno en el que Jones mejor se mueve, que es de la naturaleza imponiéndose.

En una entrevista de 2018, Cynan Jones dijo que fue la cosa más difícil que ha escrito porque si todos sus anteriores personajes tenían una conexión profunda con el suelo, aquí el suelo tenía que quedar de lado. “El desafío era desnudar a una persona de su lugar y no darle nada en qué apoyarse”.

Lo dicho, entonces: el ser humano ante el imponderable y la lucha por mantenerse con vida. No importa quién sos: importa qué tenés que hacer ahora. Sos puro presente. Y ahí, en ese momento, aparece lo epifánico: el presente que se hace conciso, pesado, difícil de atravesar incluso, y que disuelve pasado y futuro.

¿Cuándo aparecen las marcas de un padre? ¿Cuándo asumimos el traslado de hijo a padre? ¿Cómo concebimos a nosotros y a los otros más que con pequeños pedazos de su ser? Nuestro personaje, que está aferrado a la esperanza sin mucho ahínco, que se deja ir por momentos, recuerda que ha ido al mar a esparcir las cenizas de su padre. Y que la mujer a la que le ha pedido que comprara ensalada -sin advertirle que iría a pescar además- está embarazada. Y que está embarazada de él.

La caída de ese rayo no se enuncia, pero el después es un nacimiento: nuestro héroe debe hurgar en su conciencia para afirmar algún dato que explique su presente. De a poco, muy lentamente, repone fragmentos: la nota que le dejó a su esposa, un nombre en el bolso que, aunque le da entidad, no le dice nada -“Vio su nombre en el bolso y fue como ver el fondo de una taza vacía”, escribe Jones- y las cenizas impregnadas en su propio cuerpo.

Y mientras sufre, duele, resiste, también se maravilla de ese mar que lo escupe y lo traga en partes iguales. Se deja acompañar por peces y pájaros, y se mece, como un bebé que nada en líquido amniótico: aún inconciente, aún sin concepción del mundo, pero que sabe instintivamente que al salir al mundo debe respirar.

Cynan Jones, que nació en esa costa galesa, que ganó muchos premios y reconocimiento en el mundo de habla inglesa, que agradece al final de la novela a los rescatistas y promete no volver a meterse tan profundo, deja una prosa simple, nos revela retazos, pero nos deja rellenar con matices esa historia pequeña para volverla, a la vez, universal.

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