Ciclo de conversaciones del Centro de Atención al Lector: una entrevista a Claudia Fernández Speier sobre la Divina Comedia
Claudia Fernández Speier es la traductora de la nueva versión en español de la Divina Comedia (Ed. Colihue). A 700 años de la muerte de Dante Alighieri, sale a luz esta traducción que abre la puerta al estudio crítico del poema sacro con una introducción al marco histórico y literario en el que surge, con notas y comentarios a los cien cantos.
«Leí a Dante por primera vez cuando era muy jovencita en la traducción de Battistessa e intuí que ahí había algo muy grande», dice Fernández Speir en esta entrevista en el marco del Ciclo de Conversaciones del Centro de Atención Al Lector.
Fernández Speier analiza por qué la obra adquiere el estatus de clásico: «En Dante sigo encontrando cosas nuevas siempre. Es impresionante la riqueza del texto, la generosidad que tiene. Cuando leí ese ensayo famosísimo de Italo Calvino, “Por qué leer a los clásicos”, una de cuyas definiciones es muy famosa: “Un clásico es un libro que no termina nunca de decir lo que tiene para decir”; cuando lo leí mucho antes de leer a Dante y de saber italiano, pensé que era una hipérbole simpática. Dije: “Bueno, no, llega un momento en que uno agota un libro”. Cuando leí a Dante dije: “Claro. Es que Calvino, como buen italiano, lo tenía a Dante en la cabeza”».
La autora reflexiona, asimismo, sobre las trampas en las que podemos caer los lectores contemporáneos en la lectura de Dante: «El mayor peligro es entrar a la Divina Comedia a través de la visión de la élite argentina que representa (Jorge Luis) Borges. Hay una parte importante de los lectores argentinos que quisieron leer la Divina Comedia porque Borges la considera el mejor libro de todas las lenguas y de todas las épocas.
[…] Existe el peligro de desestimar tal vez los aspectos que para Dante eran los más importantes: los aspectos religiosos, la función de la literatura como formadora, como algo que te debe cambiar el alma, que puede cambiar el mundo. Creo que la gran trampa del mundo contemporáneo para acceder a Dante, y sobre todo de los argentinos, es justamente leerlo como un libro de ficción donde todo lo que encontramos de belleza son meros artificios. Esa es un poco la posición que promueve Borges. Esto es perderse la esencia del libro, la esencia que leían los lectores a los que Dante se dirigía».
Fernández Speier examina el límite entre realidad y ficción en el viaje al más allá del poeta italiano: «Es un problema que se nos pone a nosotros, no a los lectores medievales […]. El problema de si esto es una ficción o una visión es un problema que divide al dantismo en general. Yo creo que es un error considerar a Dante un autor de ficción como es el autor del Aleph, como es el relato de Borges del Aleph, principalmente porque no existía la ficción como tal.
[…] Por supuesto que es muy difícil que creamos que Dante fue efectivamente con su cuerpo al Infierno, al Purgatorio, que voló al Paraíso. Pero ya desde los primeros comentadores, desde los hijos de Dante, existe esta lectura alegórica del texto que permite suponer el hecho de que Dante haya tenido una visión que de algún modo lo habilitó a incluir hechos y personajes que no puede haber visto —porque tendría que haber sido una visión larguísima para llenar estos cien cantos llenos de aventuras—. Dante debe haber visto algún mensaje de Dios que lo habilitó a escribir un libro que para él es profundamente verdadero».
La escritora concluye que «con la Comedia no hay cierre. Cuando uno termina el Paraíso, tiene que empezar a leer de nuevo. Es un libro tan sistemático, tan perfecto en su cierre, que en realidad se entiende el Infierno después de leer el Paraíso ».
Entrevista: Martina Nudelman
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- Martina Nudelman
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