Ángel Di María y el oficio de perder pelotas
Por Daniel Mecca (@danielmeca)
Hay un momento, una frase, una oración, del documental “Romper la pared” -documental que irradia la vida fuera de serie de Ángel Di María-, que probablemente pase desapercibido. Es cuando el rosarino señala el cortocircuito que empieza a tener con Louis van Gaal cuando era su técnico en el Manchester United.
Sus compañeros de entonces hablan de una exigencia desmesurada, un ensañamiento particular, por parte del neerlandés hacia el argentino. Dice Fideo en el documental: “Ganábamos. Daba asistencias, goles. Y todo eso no me lo decía. Me decía siempre lo malo. Es obvio que para aprender también está lo malo, ¿no? Necesitás saberlo. Pero…”.
En la siguiente frase está la importante: “…Pero mi característica es jugar. Pierdo pelotas porque lo intento. Siempre intento el pase de gol. Siempre intento tirar al arco”. Es una definición extraordinaria de un estilo de juego vanguardista, de un estilo de vida: “perder pelotas” es condición necesaria, vital, para que ese juego tan suyo, ese ir al frente relampagueante, pueda siquiera existir. Si no perdiera pelotas no sería Di María.
Es una circunstancia exquisita que la historia de Di María haya llegado hasta donde llegó, dados que se le negaron a su padre y a su abuelo (“Mi abuelo era mejor futbolista que mi viejo y yo”, llega a decir). En épocas de tanto exitismo vulgar, de streamers que llegan a Primera, de tanta noticia lobotomizante en los medios,, queda una idea: Las vidas son circunstancias. Lo que queda es el método. Y el método es intentar, perder pelotas, tirar al arco. Seguir intentando. Ir al frente. Si la pelota entra al arco, si es gol, ya es otra historia. Y si te dicen algo por pelearla, ya sabés: que vayan pa´allá. Bobos.