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Aira (ensayo): el carnet de dealer del mundo aireano

Aira (ensayo): el carnet de dealer del mundo aireano

Por Daniel Mecca (@danielmecca)

Walter Lezcano ha sacado su carnet de dealer del mundo aireano: acaba de publicar su ensayo “Aira” (Entre Ríos). Él, Walter, adicto aireano como lector —como todo lector de Aira— ahora pasó del otro lado del mostrador para producir sentido, droga nueva, ideas.

Qué felicidad el error. Aira comienza en la literatura con un error, como bien señala Lezcano en el ensayo. Su primer libro, Moreira, figura editado en el año 1975. Sin embargo, no salió a imprenta, por problemas económicos de la editorial, hasta 1982, después de haberse publicado Ema, la cautiva. Por eso —dice el propio Aira— nunca sabe qué responder cuando le preguntan cuál es su primera novela. 

Es que el error está —no podía ser de otra manera— en los orígenes de la literatura argentina. Se sabe: el Facundo se inicia citando mal en francés desde el epígrafe. La frase “On ne tue point les idées” Sarmiento se la atribuye erróneamente a Fortoul. El error como base estética de la falsificación. ¡Cómo no iba a salir un Borges de la literatura nacional!

Walter Lezcano prelude el ensayo con dos citas: que el arte es hacer una cosa, después otra cosa, después otra (Jasper Johns) y otra de Mónica Zwaig: siento que mi tragedia en la vida es la de ser feliz en todas partes. Claro, ambas, combinadas, de la plástica a la literatura, encajan para pensar a Aira, el escritor más duchampiano o el duchampiano más escritor. Como se lee en el texto: sus novelitas se apropian de los procedimientos de la pintura, las artes plásticas, la música, generando un plan conceptual.

El autor, en su ensayo, se mueve, también, combinatoriamente: pone ideas propias, ideas de otros, entrevista, cita, cruza a Aira con Babasónicos o el Indio Solari o Bob Dylan. Desfiguraciones, desconfiguraciones, que figuran y configuran. Narrar es combinar. Como aquel pasaje donde Lezcano señala la idea de la desconfiguración que hace el pringlense de la idea de mercado y del concepto de valor. Y eso suena mucho a futuro.

Es que el pasado en Aira se vuelve proliferación de delirios, esa forma de futuro.

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